Cada envase de medicamento cuenta con una información esencial que a menudo pasa desapercibida por sus consumidores: la fecha de caducidad. Al igual que en otros productos, en los fármacos esta literatura indica el tiempo en el que los mismos pueden ser consumidos, conservando su seguridad, eficacia y estabilidad química. Una vez que ese periodo concluye, los principios activos comienzan a degradarse y su composición puede alterarse haciendo que el medicamento pierda efectividad o incluso se vuelva perjudicial para la salud.
Según
la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo de medicamentos vencidos
puede generar reacciones adversas, intoxicaciones o fallos terapéuticos que
complican los tratamientos médicos. Sin embargo, el riesgo de afectaciones no
termina en el botiquín pues los problemas, muchas veces desapercibidos para los
seres humanos, se extienden hacia la naturaleza si esos productos son
desechados de forma incorrecta.
En
Ecuador, la mayoría de las personas arroja los medicamentos caducados a la
basura común o los desecha por el inodoro, sin imaginar el daño que están
causando. Una pastilla o un comprimido que llega a los vertederos o a los sistemas
de alcantarillado filtra al suelo y al agua todos los componentes químicos que
son arrastrados hacia ecosistemas naturales afectando a la flora, fauna y
fuentes de abastecimiento humano.
Si
bien en Ecuador no existen cifras nacionales completas, estudios locales
muestran que la contaminación por residuos de medicamentos es un problema
creciente. Por ejemplo, en Cuenca se detectaron sustancias farmacéuticas en el
agua potable, incluyendo cafeína y compuestos de medicamentos de venta libre,
con concentraciones de hasta 201 ng/L. En la cuenca del río Esmeraldas se
identificaron antibióticos como sulfametoxazol a lo largo del río, con
potencial de llegar a sistemas de agua potable. Estos hallazgos demuestran que
la contaminación farmacéutica ocurre en nuestra región y tiene implicaciones
directas para la salud pública.
La
presencia de antibióticos en el ambiente contribuye a la resistencia
antimicrobiana, considerada por la OMS como una de las mayores amenazas para la
salud mundial en el siglo XXI. Estudios en otros países de América Latina, como
Costa Rica, encontraron antibióticos en un 27% de las muestras de ríos
evaluadas, lo que evidencia que este es un fenómeno regional. Es urgente
fortalecer la vigilancia ambiental y promover el manejo responsable de los
medicamentos para proteger la salud de las personas y prevenir la propagación
de bacterias resistentes.
El
adecuado manejo de los desechos generados a partir de los medicamentos
caducados es una tarea colectiva. Depende de los actores que conforman la
cadena farmacéutica: laboratorios, importadores, distribuidores y farmacias,
pero también de todas las familias ecuatorianas como compradores y consumidores.
En este año, en Ecuador se implementó el principio de la Responsabilidad
Extendida del Productor (REP) para medicamentos caducados, por lo cual se creó Recofarma,
el primer programa de sostenibilidad de la industria farmacéutica para la recolección
y tratamiento de estos residuos.
“Durante
años, los medicamentos vencidos han sido tratados como simples residuos
domésticos, cuando en realidad requieren un manejo técnico. Estos son desechos
peligrosos y si bien el país ya tenía un control para los medicamentos que se
caducaban en percha, ahora se complementa al sumar a la población en general a
cambiar los hábitos en los hogares y ofrecer a los ecuatorianos una alternativa
segura y ambientalmente responsable para su disposición final en contenedores adecuados”, señaló Pablo
Macías, Gerente General de Proyección Futura.
Desde
este mes, Recofarma implementa la colocación de contenedores seguros para la
recolección de medicamentos caducados, garantizando su manejo responsable y
evitando que lleguen a la basura o al agua. Los primeros puntos estarán en
Quito y Guayaquil, las ciudades que más población tienen.

