jueves, 25 de septiembre de 2025

¿Cómo la globalización está influyendo en la educación superior en Ecuador?

11:05

 



PhD. Emilio Carrillo. Docente de psicología Clínica UIDE Guayaquil

La globalización es un proceso que históricamente ha transformado el desarrollo de la sociedad, su repercusión abarca todas las dimensiones posibles de la actividad humana, en especial, la de educación, que constituye en general un medio para el desarrollo personal y social, a través de la socialización como acto de existencia u organización colectiva (como las instituciones) y para su propia superación de su potencial, y de los desafíos de su entorno a partir del conocimiento y el uso de la ciencia. Propiciando que, en el marco de un sistema educacional organizado, la educación superior conforme el nivel de mayor relevancia y de definición del paradigma, los resultados, las capacidades y el ser social que transforma el planeta.

Comprender la relación compleja e indivisible de la globalización y la educación, en su rol transformador, es el punto de inicio para contextualizar la influencia y alcance que tiene en el ámbito de la educación superior en el Ecuador, que parte de la necesidad de lograr una mayor internacionalización de las universidades, adaptándose a estándares, regulaciones y políticas globales, fortaleciendo la conformación de redes, alianzas, convenios y la colaboración en investigación, a fin de prepararse para un mercado laboral más interconectado y diverso. Lo que conlleva la revisión de sus competencias, su validez en los procesos de acreditación (clasificación, rankings, homologación y reconocimiento de títulos) y su participación en la incidencia para superar cualquier burocracia local.

Desde esta perspectiva estructural y estratégica, actualmente las universidades privadas son más vistas como empresas que ofrecen servicios y que deben buscar la sostenibilidad financiera y la diversificación de fuentes de acceso a recursos, en contraste con el desarrollo de las universidades públicas. El cierre de brechas entre ellas, desde una perspectiva global, no sólo está relacionado alguna realidad de los estudiantes, los docentes o la infraestructura adecuada, sino también, al modelo de gestión, que debería favorecer una mayor responsabilidad social a partir de una economía circular que permita el acceso igualitario, una mayor asignación de fondos para, su desarrollo tecnológico, la investigación y las becas, buscando una mejor gestión en el marco de los objetivos del desarrollo sostenible establecidos en la agenda 2030 y con mayor exigencia en la rendición de cuentas.

Además, la gestión institucional de la educación superior debe superar la resistencia al cambio de sus instituciones, fortalecer proceso de evaluación y medición de los resultados de los impactos, y del aseguramiento de la calidad, dando vías de solución más inmediatas a situaciones como la deserción o retención educativa, la necesidad de capacitación continua y retroalimentación los docentes y las oportunidades de vinculación con el ámbito laboral de los profesionales que se gradúan.

Las universidades locales, deben lograr mantener su relevancia en un entorno global, asumiendo estratégicamente la solución de problemas locales a través de la vinculación con la sociedad, que ya tiene como desafío romper la desconexión entre la academia y la sociedad, asumiendo la responsabilidad de lograr la formación de los profesionales para el mercado laboral y las competencias que necesita ese mercado laboral.

La movilidad humana que es una de las prioridades globales de la diplomacia, también tiene sus efectos en la educación, se requiere entornos más acogedores, que promuevan la integración social educativa y a la par de ello, fomentar estrategias de movilidad de estudiantes y docentes, de los talentos (que son parte de un mercado internacional de reclutamiento de los mejores profesionales) manteniendo la identidad cultural y el equilibrio de la influencia global, en sistema culturales que aseguran la participación activa y democrática en la sociedad.

Este alineamiento de la educación a la mundialización también demanda atender la concepción, diseño y oferta de los programas educativos, los cambios y adaptación del currículum y planes de estudio, que deben ser transnacionales para el desarrollo de las capacidades (especialmente las habilidades blanda) y la metacognición, con mayor énfasis en el dominio de los idiomas, la personalización del aprendizaje, cultivando el pensamiento crítico y la alegría de aprender, desde una pedagogía práctica, acorde al desarrollo de la ciencia y las humanidades para abordar los problemas complejos, enriqueciendo experiencias de aprendizaje significativo.

Con el auge y uso de las tecnologías de la información, la globalización se aceleró, la hiperconectividad y la inteligencia artificial como parte de la realidad cotidiana en la actualidad, generan una aceleración más, tal vez hacia una sociedad más digital, con una educación más propicia para ello, que requiere de una mayor integración tecnológica y varias modalidades de estudio, y con desafíos sobre la privacidad, las brechas digitales y la ética en su implementación e interconexión a nivel mundial.

No hay solo una ruta, pero si un conjunto de realidades entorno a la educación superior que requieren de cohesionarse y con ello innovarse, un punto de encuentro común y prioritario debe ser el abordaje integral del bienestar estudiantil, centrado en el desarrollo de la persona en su vida universitaria y de profesionalización, garantizando el cumplimiento de expectativas y la inclusión social.

 

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