PANCHO ESCANDON GUEVARA
Apoyado en algunos
indicadores, que solamente contabilizan acciones disuasivas y represivas, el
gobierno de Noboa sostiene que la inseguridad está disminuyendo en el Ecuador,
pero más allá del discurso unilateral, que pinta un cuadro imaginario, la
realidad es distinta.
La eficacia
del –secretísimo- Plan Fénix provoca
más dudas y cuestionamientos sobre el futuro del conflicto, pues la estrategia
de militarización y los continuos regímenes de excepción no logran los
resultados ofrecidos, por el contrario, son usados como distractores y hasta
justificantes para imponer medidas económicas perversas sobre la población.
Desmitificando
el cuento oficial, cierto es que hay cifras récord de drogas incautadas y que
las muertes violentas se redujeron en determinados territorios donde operan las
organizaciones narco delictivas, pero es evidente que hay un desplazamiento de
la violencia a nuevas ciudades, además de un crecimiento progresivo de otros delitos
como el secuestro, las extorsiones (vacunas), las desapariciones forzadas, la
trata de personas; etc., de los cuales el gobierno de cartón guarda silencio.
Las medidas disuasivas
y de represión son insuficientes para vencer a las mafias que están adheridas,
como sanguijuelas, a las instituciones del Estado; poco o nada hace el régimen
para combatir la infiltración y la corrupción enseñoreada entre políticos,
banqueros, empresarios, jueces, fiscales, asambleístas, militares y policías. Es
urgente purgarlo todo.
Particular desprecio
tiene el gobierno con las políticas sociales para prevenir y evitar la
incorporación de más ecuatorianos en las redes criminales transnacionales; al
contrario, el incremento del Impuesto al Valor Agregado (IVA) y el posible
retiro de los subsidios a los combustibles abonan más en la precarización de la
vida de la gente, cumplir las órdenes recesivas del Fondo Monetario
Internacional es arrojar a miles de personas hacia las filas de los grupos
delincuenciales.
El Ecuador seguirá
siendo el país más violento de América Latina, el
puerto exportador de drogas que se consumen en Norteamérica y Europa, si continúa
la visión estrictamente
militar y circunstancial desde el poder. Extinguir el fuego de un polvorín
usando gasolina es un contrasentido.
La seguridad ciudadana es un derecho humano, va más allá del cliché
discursivo presidencial que lo usa como comodín demagógico para alcanzar su
reelección.
Francisco
Escandón Guevara
Email:
fcoescandog@gmail.com
Blog:
fescandonguevara.wordpress.com
Twitter:
@PanchoEscandon
Facebook: https://www.facebook.com/francisco.escandonguevara
Tiktok:
@panchoescandonguevara