LEONARDO RIVADENEIRA
La pandemia afectó a todos, sean empresarios o micro
empresarios artistas: como cantantes, actores, escultores, pintores, danzantes
y más.
La vida de los artistas visuales es difícil, porque la
sociedad ecuatoriana poco cultiva el amor por el arte, producto del limitado pénsum
académico, apenas un día a la semana, poco puede aportar este escaso estudio a
los niños, contradiciendo el pensamiento de Platón, de que el arte debe ser la
base de toda forma de educación.
Ante esta realidad, ahora comprendemos porqué gran parte de
la juventud deambula en su existencia, cayendo en tentaciones que degeneran su
labor en la sociedad.
Es difícil para los artistas ecuatorianos vivir solo del
arte, algunos han salvado su estatus económico al adentrarse en la enseñanza,
básica, o académica, aunque probablemente esa salvación los limitó en su
creatividad, dejaron de elucubrar por nuevas propuestas, se hicieron más
teóricos que prácticos, aunque eso no es malo, muchas veces hay que hacer un
paréntesis de tipo analítico para volver a la praxis con mejor criterio.
Es de héroes esta profesión en una sociedad escasa para amar
el arte, aunque los creadores poco piensan en esa problemática, y se lanzan al
ruedo sin pensar en las dificultades, ningún artista se ha limitado por esa
posibilidad negativa, no lo hicieron, ni en el renacimiento, peor en la etapa
del impresionismo en Europa.
En América Latina grandes maestros mexicanos como Rivera, Orozco y Siqueiros apoyados por la revolución educativa de ese país, pudieron salir adelante en determinado tiempo.
En Ecuador el artista que más destacó y
cumplió muchos proyectos fue Oswaldo Guayasamín, otros cristalizaron en menor
proporción sus sueños, tenemos el caso del recientemente fallecido Enrique Tábará,
que no pudo inaugurar su museo en la provincia de Los Ríos.
Otros grandes del arte cómo Humberto Moré autor de la
signología funcional como ismo, Theo Constante, Ricaurte, Kingman, Villafuerte y
más salieron adelante en una sociedad del siglo pasado que mejoró económicamente
con el boom del petróleo.
Muchos artistas hasta habrán llorado porque no estaban preparado para vivir esta crisis, pero su amor al arte les dio ánimo para seguir. Esa limitante económica tampoco limitará a las nuevas figuras nuestras del arte, actitud heroica y valedera para salvar la etapa del siglo XXI que será su responsabilidad.