Por David Rosero
Twitter: @davidroserow
Indignación ha causado en la mayoría del pueblo ecuatoriano el opaco
proceso de vacunación del gobierno nacional; múltiples denuncias ciudadanas y
de los medios de comunicación sobre anomalías, compadrazgos y palancocracia en
el proceso liderado por el Ministerio de Salud.
El plan nacional de vacunación no ha sido transparentado, se desconoce los
criterios técnicos utilizados en esta fase de aplicación de las ocho mil dosis
anunciadas con bombos y platillos por el alicaído gobierno nacional.
De acuerdo a expertos nuestro país requiere al menos veinte millones de
vacunas para ser aplicadas en dos dosis a alrededor de diez millones de
ecuatorianos (lo que corresponde cerca del 60% del total de la población a ser
inmunizada), por tanto estamos lejos de la meta señalada, más aún si en el
camino se presentan varias irregulares.
El Consejo de Participación Ciudadana realizará una convocatoria nacional
para la acreditación de una veeduría para vigilar y fiscalizar el proceso de
adquisición, distribución y priorización de la vacunación al personal médico
que ha estado en primera línea de acción frente al COVID-19.
Es urgente también escuchar el clamor ciudadano que exige la destitución
inmediata del tristemente célebre Ministro de Salud, no solo por su mal manejo
de la crisis sanitaria, sino también por el presunto tráfico de influencias al
confirmar por sus propias expresiones en un medio de comunicación que sus
familiares estuvieron en el centro gerontológico que recibió las vacunas. Como
dirían los abogados: ¨a confesión de parte, relevo de prueba.¨
Del reparto de hospitales pasamos al reparto de vacunas por parte de
autoridades indolentes e inescrupulosas cuya línea de comportamiento representa
dos caras de la misma moneda, los de antes y los de hoy, el continuismo de
catorce años de corrupción.