LEONARDO RIVADENEIRA
Las estadísticas del INEC dan
muestra de los niveles de pobreza en la provincia de Santa Elena por falta de producción
a pesar de tener una sociedad en edad de laborar que asciende a 243.000 personas
de un total de 372.000 habitantes. 100.000 de esas personas en edad de producir
no lo hacen por diversas circunstancias.
Apenas 60.000 personas tienen un
empleo adecuado y 80.000 laboran inadecuadamente.
Para solucionar esa debacle,
indudablemente se necesitan de líderes que motiven a sus conciudadanos hacia un
progreso constante a través de políticas de desarrollo sustentable,
desgraciadamente en la provincia de Santa Elena se llaman líderes a los
elegidos para manejar los gobiernos autónomos descentralizados en sus diferentes
niveles, quizás por los fondos financieros que manejan, pero muchos administradores
de esos GADS distan de calificarlos como líderes por sus falencias al no tener
una óptica de la situación o al distraerse en otras intenciones políticas.
Una población que ha estado
acostumbrada a que los políticos van a generar empleo, los tiene viviendo de la
esperanza por años, lo que es peor en esta provincia se alternan los mismos
de siempre ya por décadas, porque los votantes fáciles de convencer siguen
en su rutina de vivir de promesas falsas
Aunado a ello, la corrupción
alcanza todos los niveles, gads, universidad, direcciones provinciales y más,
solapados por otros como contraloría y fiscalía.
Difícil es el cambio en esta provincia porque la mayoría de los ciudadanos están dormidos soñando en conseguir trabajo, creyendo que el próximo político salvará su pobreza, lo lamentable es que profesionales que han salido del alma mater, han caído en tedio y abulia, generando menos optimismo para el cambio.
Políticamente los jóvenes
han mostrado una ambición personal y no por el cambio de la sociedad, la prueba
son los nuevos partidos políticos que sirvieron para que eso jóvenes se arrimen
a los políticos de los gads que generosos lo acogen para utilizarlos.
Ante esta realidad quedan unos
pocos ciudadanos rebeldes que desean cambios puntuales, pero no logran
sustentar y difundir sus ideas a la sociedad peninsular, en muchos casos porque
aquí valoramos al que ofrece dádivas, convirtiéndose la provincia en una
sociedad de mendigos que no valora la cultura, la educación ni la ciencia, pero
si el fútbol, la fiesta y el folklor.