Las decisiones tomadas por el presidente Lenín Moreno permite
que un gran sector de ciudadanos tenga esperanza de que se está cambiando la
forma de gobernar en el país. Ese cambio drástico la mayoría lo percibe como el
desterrar a la mínima expresión la corrupción en el ámbito nacional, que no es
tan fácil.
Otro sector ciudadano percibe que aún hay corrupción en
casi todos los estamentos del estado, en una actitud folklórica e ingenua
algunos expresaban que ese saliente gobierno ha hecho obras y que por eso se justifica
sus errores.
No es bueno construir a la desesperada, esas actitudes
generan incremento en los presupuestos finales, esa táctica funcionó en el
gobierno saliente, obras que se incrementaban de valor una vez adjudicada, ese
será un trabajo hormiga de las autoridades de Contraloría, que pensamos que
ahora actuarán con mayor libertad y apegados a la verdad, ya que el corrupto
principal huyó.
Estas irregularidades a nivel nacional, también se han dado
en la provincia de Santa Elena, que no han salido a la luz porque las
anteriores autoridades de control “no encontraban” ninguna novedad a la
hora de auditar a muchas instituciones o lo mantenían en secreto, ese proceder
generaba dudas sobre la honradez de aquellos delegados.
Este rutina ha sido solapada durante tantos años por los personajes
que han desfilado por la institución local auditora, poco se sabe sobre los errores incurridos por administradores de los GADS y entidades públicas en los
últimos 10 años.
Por ahora, cierto sector ciudadano local, especialmente los
que navegan en las redes sociales sienten beneplácito porque un peninsular haya
sido designado como Delegado de la Contraloría.
El que sea peninsular es un mérito, no se lo puede juzgar
con anticipación, la ciudadanía espera que el nuevo Delegado sea imparcial y
que los que han incumplido con la ley sean sancionados.
Ojalá que el nuevo funcionario de Contraloría sea más
comunicativo con los medios para difundir a la ciudadanía su labor, que muestre
sus atributos profesionales, que no haya ese manoseo, ni preferencias pasadas, cuando
a algunos delegados se los veía visitando los Gads, ¿para qué?.
La pulcritud de un Contralor o su Delegado es la premisa
básica para actuar con imparcialidad, de lo contrario se preferirá a unos, se
castigará a otros, en una especie de vendetta política, sin lograr desterrar ese círculo vicioso de proteger a los
corruptos.
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