10 años de conocer, pero, no
tener amistad con muchas de las distintas autoridades, sean estas:
gobernadores, prefectos, alcaldes, concejales, directores provinciales,
comuneros, integrantes de las juntas parroquiales, líderes políticos,
empresarios privados, intelectuales, poetas, pintores, escritores, gestores
culturales, trabajadores en general hasta madres de familia de escasos recursos
que han contado sus variadas circunstancias y vicisitudes en el discurrir de
sus vidas, ha permitido que me empape y capte algunos de sus pensamientos con
respecto a lo que desean hacer por la provincia de Santa Elena, que aún vive
profundos problemas, y hay que resolverlos en el menor tiempo posible para
mejorar las condiciones de vida local.
A pesar del apoyo de la tecnología, y la rendición anual de
cuentas engañosa, porque no obliga a ninguna autoridad a contar lo malo, en la
provincia se observa una mayoritaria limitación económica de sus habitantes.
La ciudadanía no comprende como 350.000 habitantes que vive
en estos entornos, que desde los valdivianos hasta la actualidad lucran de la
pesca, que muchos turistas se enamoran del sitio por sus paradisíacas playas y
por los valores intrínsecos que guardan los bosques y la zona verde, donde se
siembra una variedad de frutos y vegetales, aunado a ello otras áreas que ya no
dan tanto ingresos como en la época del boom petrolero que permitió el
crecimiento del comercio en La Libertad.
El ciudadano se llena de interrogantes: Será que los
estamentos políticos están bloqueando la apertura de la inversión privada, será
que los Gads pertinentes no están dando las facilidades para que se concrete el
crecimiento privado.
O hay temor en el caso de los gobiernos seccionales que una
nueva sociedad que paga sus impuestos exija mejoras de forma concreta y sin
maquillaje.
Es saludable que los ciudadanos protesten porque sus
designados no están cumpliendo a cabalidad su función, también debería ser
positivo que los administradores de los Gads se percaten de sus limitaciones y
se auto eduquen o acudan a expertos de acuerdo a sus necesidades.
De lo contrario en pleno siglo XXI la provincia de Santa
Elena especialmente la zona rural permanecerá como “Macondo” el pueblo pobre de
Gabriel García Márquez
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