Hoy no se habla mucho en el país sobre productividad como
matriz del progreso ciudadano. Se escucha más que mencionan a ciertos fulanos
que fueron Intendentes, Gobernadores, Asambleístas, Ministros, Asesores, Directores,
Gerentes, Jueces, Ministros de Justicia y todo cargo público existente y debido
a ello ha cambiado sustancialmente su economía y la de su familia. Gente que
era humilde y respetuosa se convierte en atropelladores y déspotas.
Variadas son las listas de familiares y parientes relacionados con
administración de la cosa pública que en pocos años adquirieron tanto patrimonio como
cualquier empresario próspero que ha logrado su fortuna durante 20 o 30 años.
Realidad que se vive en un país donde hay leyes hasta para
irse a dormir, a pesar de ello, todas estas irregularidades nunca son juzgadas
porque le encargan la responsabilidad al ciudadano. Si al ciudadano de a pie para
que haga la denuncia, porque las autoridades de control no encuentran causales
para su juzgamiento.
Así casi todo está en el papel, pero no se cumple, peor
cuando se trata de grandes desfalcos, coimas, lavado de dinero. Para compensar
la justicia llega solo cuando el pobre cometió un delito, ahí son implacables, estrictos,
no hay tregua, ni exoneración de ningún tipo.
Acá en Santa Elena, hay ciudadanos, aunque con menor nivel
económico que han pasado por ciertos cargos públicos y cambiaron su vida.
Un sistema corrupto desarrollado a todo nivel que en 10 años no
se ha podido descubrir, ni con leyes, ni con entidades de control que también
son cuestionadas, ocasionando asombro y hastío del ciudadano común.
Los que quieren que esto continué seguramente votarán por un
candidato, los que desean que esto no siga, elegirán otro candidato. Ahí está
el dilema.