Con la presentación en cadena de radio y Televisión de Juan Pablo
Pozo presidente del CNE confirmando que por decisión ciudadana se realizará la
segunda vuelta entre los candidatos LENIN- GLAS y LASSO –PAÉZ, se redujo un
poco la tensión social que estaba causando está lentitud en los comicios
presidenciales. Posteriormente observaremos discusiones, dimes y diretes cuando
se contabilicen los sufragios para asambleístas nacionales y provinciales.
Se pueden sacar conclusiones
sobre estas elecciones 2017:
El ausentismo fue de un 18%, es
decir ciudadanos que no les importa el proceso electoral o no pudieron
hacerlos por alguna causa.
El gobierno con toda la infraestructura
política que incluye instituciones a su
mando, como ministerios, red de maestros y medios de comunicación, logró más
que un 39.35 % de aceptación del electorado ecuatoriano. Contrario a las
elecciones pasadas donde el presidente Rafael Correa obtuvo mayoría.
Al fin la oposición obtuvo el
60.65% de las preferencias electorales, situación que debe preocupar al
candidato gubernamental, porque la mayoría de esta oposición es un voto duro en
contra del gobierno, que se vio afectado por la proliferación de información
especialmente en las redes sociales y medios de comunicación sobre casos de
corrupción que mencionan al candidato Jorge Glas.
Ahora habrá borrón y cuenta
nueva por captar la mayoría del electorado, vendrá una guerra de mensajes
subliminales, los medios a cargo del gobierno haciendo reportajes sesgados a
favor del gobierno y los otros medios observando y criticando desde su punto de
vista. Con el agravante que 10 años de sabatinas ha calado en el pueblo y muchos mensajes del presidente han sido aceptado como verdaderos, sin serlo, inclusive, como nunca hay un resentimiento entre la clase social menos pudiente que cree que Correa es su salvador y los opositores son los causantes de sus males hasta llegar al fanatismo irrazonable.
Desgraciadamente estas
estrategias como siempre ciegan a los más pobres, que temerosos sufragan
para evitar males mayores, sin saber la verdad.
La verdad es una sola, los pobres
siguen pobres, su futuro es gris, ni estos 10 años del gobierno que se va ha
cambiado su realidad, el decir que no son tan pobres es solo maquillaje
teórico, para que sigan con la esperanza de que el Mesías llegará.
Ojalá haya un debate para que el
pueblo se entere de la realidad económica y social en que queda el país.