La conservación
del suelo se ha convertido en una necesidad urgente frente a la pérdida de
fertilidad, la erosión y los efectos del cambio climático. En Ecuador,
distintas iniciativas han puesto en marcha acciones para proteger este recurso,
que es base de la seguridad alimentaria y del funcionamiento de los ecosistemas
agrícolas.
En este contexto,
la modernización del agro y la incorporación de tecnología en el campo son
claves para sostener el avance del sector. Empresas especializadas en
soluciones agrícolas participan en este proceso desde un enfoque técnico, con
presencia en los principales lugares productores del país. Un ejemplo de ello
es la empresa BASF, cuya estrategia promueve una agricultura más conectada,
resiliente y enfocada en la innovación y sostenibilidad; y a su vez, promueve
iniciativas como la agricultura regenerativa y el uso eficiente de datos e
inteligencia artificial para mejorar la toma de decisiones en el campo.
Como parte de esta
visión, BASF impulsa el uso de herramientas digitales e inteligencia artificial
para mejorar la toma de decisiones agronómicas, optimizando el uso del agua,
insumos y energía. Estas tecnologías permiten anticiparse a condiciones
climáticas adversas, detectar riesgos fitosanitarios con mayor precisión y
aumentar la eficiencia en el manejo de cultivos. Además, promueve su programa
global de agricultura regenerativa, que integra prácticas como la siembra directa,
el uso de coberturas vegetales y el manejo optimizado del nitrógeno, con el
objetivo de mejorar la salud del suelo y reducir hasta en un 30 % las emisiones
de gases de efecto invernadero por tonelada de cultivo.
Además, BASF Soluciones
para la Agricultura ha trabajado en el desarrollo de herramientas que aportan a
una agricultura más eficiente y consciente del impacto sobre el suelo. Entre
estas se encuentra Kumulus® WG, fungicida y acaricida formulado a base de
azufre micronizado, que actúa sobre enfermedades como el oídio y la Sigatoka
negra. Su origen natural, rápida biodegradación y certificación orgánica
permiten su uso sin comprometer la salud del suelo ni la de otros organismos.
También forma
parte de esta ecuación Kelpak®, un bioestimulante vegetal extraído del alga Ecklonia
maxima, que estimula el crecimiento de raíces, mejora la absorción de
nutrientes y ayuda a las plantas a enfrentar el estrés climático. Su aplicación
en campo contribuye al desarrollo de cultivos más sanos y productivos.
“Hablar de
conservación del suelo es hablar del futuro de la agricultura. Hoy sabemos que
proteger este recurso no es una opción, sino una condición para sostener la
productividad en el tiempo. Desde nuestro rol, impulsamos soluciones y espacios
de formación que ayuden a los productores a tomar decisiones más sostenibles,
sin comprometer su rendimiento ni el equilibrio del ecosistema”, señaló Stephanie
Valquinta, gerente del negocio de Soluciones para la Agricultura – BASF
Ecuador.
Adicionalmente al uso
de insumos de bajo impacto, BASF promueve capacitaciones en buenas prácticas
agrícolas enfocadas en el manejo eficiente del suelo, el uso racional de
productos, y la incorporación de técnicas como la rotación de cultivos y el
manejo integrado. Estas actividades han permitido a muchos productores mejorar
la estructura del suelo, reducir la compactación y aumentar la eficiencia en el
uso de agua y nutrientes.
La compañía
también participa en alianzas como CampoLimpio de Innovagro, centradas en la
recolección y disposición adecuada de envases vacíos de agroquímicos, como
parte de un enfoque integral para evitar la contaminación del suelo.
En campo, los agricultores que han implementado estas prácticas han reportado mejoras en la fertilidad del suelo y una mayor estabilidad en el manejo de sus cultivos. Cuidar el suelo es una decisión técnica, práctica y necesaria para que la agricultura siga siendo posible en el largo plazo
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