En campaña política el actual alcalde Víctor Valdivieso
alardeaba de su experiencia como comerciante que lo había conducido a hacer
dinero privadamente, esa cualidad para él, la utilizaba para exponer planes
utópicos de transformar La Libertad en un centro turístico y comercial.
Mucha gente le creyó y lo eligió burgomaestre de un cantón
que posee 100.000 habitantes fijos, distribuidos en apenas 26.5 kilómetros
cuadrados de extensión, es decir una insignificancia territorial, si la
comparamos con el cantón Santa Elena que sobrepasa los 3600 kilómetros
cuadrados.
Un problema neurálgico el alcalde Víctor Valdivieso no ha
podido solucionar en la zona céntrica de los mercados, que generó la
construcción del mercado No. 4 según código para la licitación ICO-GADMCLL-02-2016,
el contrató lo ganó el “Consorcio mercado de la Libertad” del Ing. Carlos Morocho
Duque con un valor referencial de USD 4,010,190.25 que se fue incrementando a
medida que avanzaba la obra. La misma que fue contratada en la administración
de Antonio Espinoza.
En el portal de compras la obra sigue como en ejecución eso
significa que hasta ahora la obra no se ha entregado definitivamente, eso
auditoría ya atañe a contraloría, la ciudadanía no sabe en qué condiciones el
actual burgomaestre la recibió.
El alcalde Valdivieso, al cabo de 2 años en funciones no
encuentra la manera de organizar a los comerciantes minoristas que alquilan los
puestos en mercado No. 4, que desde un principio generó protestas por lo
pequeños espacios que le entregaron a los vendedores de mariscos, a pesar que
Valdivieso lo inauguró en dos años no ha podido reorganizarlos, a tal punto
que los vendedores que tienen en sus puestos se lanzaron también como los
informales a vender a la calle, resultando el interior del mercado con una
escena desoladora que asombra, la mayoría de los puestos están vacíos, muchos no tienen ni
para pagar el arriendo mensual.
Empleados de la municipalidad a media voz dicen que en estos
días se utilizará el respaldo de la policía y fuerzas armadas para obligarlos a
que regresen a sus puestos y a los
informales darle un nido en lo que hoy es el subterráneo utilizado como garaje.