Ciertos líderes de elección popular siguen pensando que la
radio es la mejor ventana para comunicar, desperdiciando dinero en esa
expectativa, prueba de ello, es la inversión que mantienen los GADS en dichos
medios, que es superior a lo que invierten en prensa y la televisión. Esa tendencia ha
generado pérdida de credibilidad en ciertas radios que se apaciguan ante las
denuncias ciudadanas, precisamente porque versan sobre la ineficacia de los líderes
de los GADS a nivel provincial, cantonal y parroquial.
La tecnología da libertad de expresión al ciudadano, Internet
alcanzó en pocos años lo que a la radio le costó 50 años.
Ante esa realidad los líderes políticos se preparan en
grande para mantenerse en las redes sociales, contratan expertos para
incrementar seguidores y mejorar su imagen.
Sin embargo, internet, beneficia al ciudadano que le permite
quejarse, opinar, y hasta mostrar irregularidades de los líderes políticos. Casos
de corrupción publicados en medios o cibermedios nunca saldrán de la web, y
serán mostrados por los opositores para refrescar la memoria a los votantes, en
el momento oportuno.
Con el veredicto ciudadano del 4 febrero, de un No a la
reelección y su publicación en el registro oficial se frustró la esperanza de
muchos de enseñorearse en el cargo.
Cada pueblo tiene su idiosincrasia, el santaelenense ha sido
reacio a los cambios, por ello muchos políticos se han mantenido en la
palestra.
Como nada es eterno y ante los casos de corrupción de
integrantes del gobierno anterior que seguramente alcanzó la provincia de Santa
Elena, el pensamiento del peninsular está cambiando.
El ciudadano común debe olvidarse de las promesas de trabajo
que le ofrecen los políticos, llevan 20 años con el mismo cuento, deben saber
que cada cambio de administración no habrá puesto más que para 100 personas, el
resto será engañado.
La transformación de Santa Elena no se realizará con la
forma de pensar que ellos tienen, solo podremos salir adelante si nos convertimos
en productores en todos los ámbitos. De lo contrario seguiremos vergonzosamente
viviendo de dádivas, que es el peor insulto para el santaelenense.