Los que no han palpado en carne
propia la realidad lacerante que padecen los hermanos peninsulares en los tres
cantones Salinas, La Libertad y Santa Elena quizá no entiendan su sufrimiento,
su marginación, su impotencia ante el desfile de tantas autoridades
gubernamentales y seccionales que le han prometido de todo y poco es lo que le
han dado.
Hoy, ese predicar de promesas ha
perdido fuerza, tendrán que reinventarse los políticos tradicionales para
lograr engañar nuevamente a los ciudadanos en la provincia, los cantones y las
parroquias en las elecciones del 2019
Objetivo difícil de cumplir
porque nuestros políticos tradicionales han sido proclives a la comodidad,
optan por la sensibilidad del pescador, agricultor e informal para convencerlo,
sin argumentos valederos, peor de enfrascarse en un objetivo común que le
permita al ciudadano de a pie salir del atolladero en que se encuentra.
Esa tradicional forma de hacer
política se mantendrá, ya observaremos como desde que se comienzan a presentar
candidatos, si lo ven peligroso lo cuestionan, tratan de que los eliminen de
las listas, les buscan alguna afiliación cohete para sacarlo de la contienda.
Sin embargo, todo llega a su fin,
pocos serán los que se mantengan, la mayoría de candidatos serán marginado por
un pueblo resentido y engañado que no progresa porque precisamente esas
autoridades que llegaron al poder no les cambio el entorno
Hay la tendencia ciudadana es de
desechar a los políticos que ha pululado en la provincia de Santa Elena desde
hace 20 años, desde que no éramos provincia.
Probablemente en las próximas
elecciones se verán caras nuevas, que serán presionadas por la ciudadanía y
algunos movimientos para cambiar esta realidad presente que no nos permite ver
un futuro halagador para las familias que habitan en la provincia.
Las nuevas autoridades deberán
acelerar los cambios en varios ámbitos sea en el uso de suelo, la arquitectura,
la obra pública productiva, el turismo, la productividad rural, sin dejar nunca
la cultura que es la madre del turismo universal.
Esa complicidad e impreparación de
concejales ante la ineficacia e ignorancia de muchos burgomaestres debe
desaparecer, en las juntas parroquiales se han enraizado personajes que
administran al filo de la legalidad que ya ha colmado la paciencia de los
ciudadanos.
No más pulular de políticos que
han incrementado su patrimonio que desgraciadamente dejan esa función
investigativa a ciudadanos probos o medios de comunicación, cuando es función
de las entidades de control
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