En muchos de los países latinoamericanos pulula la corrupción,
un mal sin remedio, lo grave es cuando los responsables no son apresados, parecería
que las autoridades pertinentes se preocupan más por ellos que por sus robos, y
mediante trámites judiciales se las arreglan para minimizar sus condenas, por
eso el pueblo dice que la cárcel es para los pobres.
Esta realidad también se la vive en nuestro país y en
nuestra provincia, pues si en Ecuador existiera un independiente y transparente
seguimiento a los personajes que han lucrado de la política utilizando el viejo
cuento que han sido preocupados servidores del ciudadano común, no seguirían en
sus intenciones electorales
Hoy la mayoría de ellos son personas que tienen patrimonio para
vivir sin trabajar toda su vida, pero no conformes con ello ambicionan seguir
administrando cargos de votación popular, el ser elegido continuamente no es
ilegal, el que utilicen el cargo para lucrar lo es. Dan a entender que la política
es un negocio y no un servicio.
El fracaso del desarrollo de la provincia de Santa Elena es
por una de esas realidades, la corrupción aparece por cualquier lado, y mucho
de ellos cierran fila para seguir en ese objetivo de ser elegidos, difuminando
sus negocios mal habidos hasta cuando el pueblo les crea.
No hay que descuidar el cacicazgo, recordando lo atávico, lo
muestran los pocos elegidos en los últimos 20 años. Hoy apenas dos partidos se disputan
el territorio provincial, con ello la península seguirá como está, creciendo lento
en algunas áreas y peligrosamente decreciendo en otras, lo prueban sus servicios básicos
Otros actores de la política tienen entusiasmo, creen que la
política es sana y que con buenas intenciones podrían ser elegidos, ingenuamente
respetan demasiado a esos viejos líderes, (no de edad) equivocadamente los creen semidioses
y no se percatan que son mediocres personas que utilizan como argumento su
trayectoria.
Mientras los jóvenes políticos, o los más curtidos en estas
lides no cambien su mentalidad, que significa pensar en ciudades siglo XXI y desechen
esas prácticas populistas de obras intrascendentes, la derrota será su membrete.
Hoy a 17 meses de las elecciones es hora de que los
políticos que desean participar en las elecciones del 2019 piensen diferente, que
se unan para que sus ciudadanos se beneficien, ya no solo de obras sino también
de trabajo.
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