La provincia de Santa Elena es observada de dos maneras:
La utópica la ve con cariño, nostalgia, civismo y amor, la
encuentra progresista, trabajadora, poco corrupta, con infraestructura para
cubrir todos los proyectos productivos que generan riqueza.
La realista observa lo opuesto aunque con cariño y amor a su
tierra, no encuentra el desarrollo productivo, la riqueza escasea, aunque la
gente que integra el aparato productivo está ahí, descansando,
profesionales capaces, jóvenes graduados, y artesanos habilidosos.
Contrario a
los utópicos, la corrupción va alcanzando límites insospechados a todo nivel,
político, judicial, social, accionar y estadística alarmante.
Si bien la Asamblea legisla para el Ecuador, es saludable
que se establezcan leyes prioritarias que salven a provincias en situaciones
críticas como la nuestra que necesita de un empujón para que la utopía se
convierta en realidad.
Vergüenza deberían tener los futuros candidatos si no
concretan planes y proyectos para rescatar la economía de la provincia, se aprovechan
de una mayoritaria sociedad agobiada por la pobreza extrema que descuida el
análisis por promesas incumplibles.
Ojalá esta observación se pueda dar, aunque los pocos
mensajes escuchados de los posibles candidatos hacen dudar.
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