En décadas pasadas algunos líderes locales fueron personajes faltos de acervo administrativo y cultural, producto de un pueblo que no le exigió, hoy se observa otra tendencia debido al progreso académico de muchos peninsulares que piensan y analizan la mediocridad actual del entorno y desean un cambio.
Los mayores recuerdan el gran desarrollo agrícola y ganadero de hace cien años, donde sus adinerados hacendados consumían productos y bebidas importadas, demostrando la bonanza económica que hubo en Santa Elena, especialmente en la zona norte. Posterior a ello, el descuido de las autoridades de turno asentadas en el cantón, permitieron que se talen los árboles, se reduzca los espacios verdes y se deteriore la economía de sus residentes.
Los políticos actuales han tenido la sartén por el mango; sin embargo, no han logrado avanzar en un plan de desarrollo sostenible a futuro, a sabiendas que la universidad, las instituciones seccionales, sean prefectura, alcaldías y muchas direcciones provinciales están manejadas por políticos algunos de largo recorrido, los proyectos productivos concretados son escasos ante las grandes necesidades locales.
El deseo de ejecutar obras de agua potable, alcantarillado, iglesias y casas comunales, ha consumido financieramente a las instituciones e intelectualmente a los líderes de elección popular, que no muestran creatividad, ni planes concretos para el futuro de la provincia, han descuidado la arquitectura, la cultura y lo iconos locales, argumentos importantes para el turismo, perdiendo los habitantes de la provincia el progreso socio-económico anhelado.