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Foto: William Orellana |
Los ejercicios fueron simultáneos. Iniciaron con un bombardeo naval hacia las costas (territorio enemigo). Los buques utilizaron artillería para proteger a las tropas que realizaban un asalto anfibio, que significa una incursión rápida por el mar.
En la parte alta se montó el campamento de mando de operaciones con mallas y tela camuflaje. Para hacer aún más real el ambiente de guerra, se musicalizó con melodías de películas de drama o hazañas épicas. De repente el estruendo fugaz de un avión Cheetah captó la atención.
Más detonaciones y hongos de fuego se divisaban cerca del borde del mar. Minutos después, de la aeronave C530 saltaron 14 paracaidistas que se unieron al combate.
En las orillas de Chipipe, de 6 lanchas Boston Whiler y 8 botes de goma desembarcó otro grupo de ‘anfibios’. Bombas de humo fueron la señal para saber por dónde se tomarían la playa y así cumplir la misión. El objetivo era capturar, destruir o aniquilar personal, material y equipo de los enemigos. Además recoger información.
En ese momento se provocó una explosión en uno de los puntos donde supuestamente estaban los del bando contrario.
El contraalmirante Luis Jaramillo, jefe del Comando Operacional Marítimo N° 2, indicó que intervinieron buques de guerra de la fragata Alfaro con 250 hombres, las corbetas de las provincias de El Oro y Esmeraldas, cada una con 80 agentes; la lancha misilera, con cerca de 40 hombres; la Infantería de Marina, con 60 uniformados; y la Aviación Naval, con unos 20. En total fueron unos 450 efectivos.
El general Luis Barreiro, jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, dijo que los habitantes de la Península, sobre todo en Salinas, sí fueron comunicados del acto para evitar que se alarmaran.
KARLA NARANJO ∙ SALINAS, SANTA ELENA/PP Follow @laprimeraec