Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la hepatitis vírica
es la segunda causa infecciosa de muerte en el mundo, el 83% de la cual fue causada
por la hepatitis B y el 17% por la hepatitis C. El diagnóstico temprano es la
principal herramienta para romper
este ciclo, especialmente cuando se combina con un seguimiento continuo de la salud del
hígado.
En Ecuador, la Hepatitis C sigue siendo una amenaza
silenciosa. Solo en 2024 se reportaron 109 casos, en donde el sexo masculino y
el grupo etario entre los 20 y 49 años se ven mayormente afectados. La
provincia del Guayas es la de mayor incidencia, representada por el 38,53% y 42
casos confirmados. Aunque la detección de fibrosis hepática ha venido en
aumento, sigue siendo urgente identificar la enfermedad en etapas más
tempranas, cuando aún es posible prevenir complicaciones graves y mejorar los
resultados en salud.1
La hepatitis viral es una infección que ataca el hígado y,
en muchos casos, avanza sin síntomas, lo que dificulta su detección oportuna.
Cuando no se trata a tiempo, puede derivar en fibrosis hepática, cirrosis o
incluso cáncer de hígado. La mayoría de los casos no presentan señales
evidentes hasta que ya hay daño hepático avanzado, lo que hace del diagnóstico
precoz una herramienta clave para prevenir complicaciones.2
"Hoy contamos con tecnologías que permiten detectar
marcadores de inflamación, evaluar la función hepática e identificar posibles
signos de fibrosis de forma más rápida y precisa", explica Hélida Silva,
Directora de Medical Affairs para América Latina de Siemens Healthineers.
“Estas herramientas son fundamentales tanto para el diagnóstico como para el
seguimiento de la salud del hígado en pacientes con hepatitis”.
El diagnóstico por laboratorio es clave para detectar a
tiempo las enfermedades hepáticas y monitorear su evolución. Existen pruebas
que evalúan la función del hígado —como ALT, AST o bilirrubina—, así como marcadores serológicos y moleculares que permiten identificar hepatitis B y C y medir la carga viral para orientar
el tratamiento. Hoy también es posible evaluar el grado de fibrosis sin
recurrir a biopsias, gracias a biomarcadores validados internacionalmente como
FIB-4, APRI, ELF o métodos como la elastografía. Estas herramientas permiten
actuar antes de que el daño sea irreversible.3
Fatiga persistente, dolor abdominal, náuseas, coloración
amarilla en la piel o los ojos, orina
oscura o heces muy claras pueden ser señales
de alerta. Ante estos síntomas,
o si se pertenece a un grupo de riesgo, lo más recomendable es
acudir a consulta médica y solicitar una evaluación del hígado.4
“Invertir en pruebas, ampliar
el acceso al diagnóstico y crear conciencia sobre la salud
hepática son pasos esenciales
para frenar esta enfermedad silenciosa”, concluye Silva.
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