LEONARDO RIVADENEIRA
Desde que se constituyó la república y empezaron a desfilar
los presidentes por el país, cierto sector ciudadano fue idolatrando personajes
políticos, casi dos siglos ha pasado desde Juan José Flores y Vicente
Rocafuerte.
Así fueron marcando su impronta García Moreno, Eloy Alfaro,
Velasco Ibarra entre los que más se recuerda, poco conoce la ciudadanía sobre las
virtudes o defectos en sus administraciones, sin embargo, a través del tiempo
su fama se fue incrementado, hoy son casi una leyenda, desde aquella época se
habla de fortalecer la educación, la salud y el desarrollo agrícola como
bandera de lucha para poder llegar al poder.
En las últimas décadas aparecieron otros ídolos que supieron
canalizar y despertar el sentimiento arraigado de las grandes masas, así
apareció Jaime Roldós de gran oratoria, pero no pudo demostrar virtudes administrativamente ya que al poco tiempo falleció trágicamente, es famosa su
frase “insolente recadero de la oligarquía” cuando se refirió a León Febres Cordero.
En la década del 90 del siglo pasado el populista Abdala
Bucaram, cuyo eufórico recibimiento en el suburbio de Guayaquil mostraba a un
pueblo ávido de ídolos, poco concretó para esa masa vulnerable en siete
meses de borrascosa administración que lo llevó a la destitución de una manera
sui generis que hasta ahora se critica.
El último polémico político el expresidente Rafael Correa
quizás el que más tiempo ha estado administrando la cosa pública, también convertido
en ídolo por cierto sector ciudadano.
Siempre ha existido en la ciudadanía esa preferencia por
idolatrar a políticos que han administrado la cosa pública no en beneficio país
sino en propuestas temporales mediocres, tipo parche, después de dos siglos estamos observando a candidatos
en campaña con los mismos deseos; apoyo a la salud, educación y agricultura.
Una educación cuyos ministros de turno lo único que desean
es que los alumnos cumplan 200 días de clase de la estrategia por adquirir conocimiento
poco hablan. Los agricultores siguen padeciendo de falta de crédito. La salud;
recurrentes son las noticias de faltas de profesionales y medicamentos.
Con poca eficiencia los políticos han logrado demasiada idolatría,
lo peor es que se critican entre ellos sin beneficiar a un país, cuya
inseguridad ha rebasado los límites imaginados, el desempleo sin solución, un
país improductivo y endeudado que premia a los políticos con sueldos dorados. A días de
elecciones un sector ciudadano espera que otros ídolos políticos cada día menos
ilustrados resuelvan sus vidas económicas.