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Diecisiete binomios presidenciales fueron el resultado
de las últimas primarias y aunque aún, hasta el fin del mes, se pueden
constituir alianzas, es posible que la campaña del 2025 sea dispersa y saturada
de productos propagandísticos que podría influir en el hartazgo de los
votantes.
Preliminarmente, los partidos y movimientos políticos,
muchos de los cuales median como vehículos electorales de alquiler, prefieren
destacar sus proyectos y precandidaturas propias buscando lograr ventaja en la
conformación de las listas de asambleístas nacionales y provinciales. A esta
altura, ninguna de las tendencias ideológica-políticas logró entretejer
acuerdos.
El correísmo se presentará en tres casilleros. La
postulación de José Serrano y Carlos Rabascal, paralela a la de Luisa González,
testimonian un agotamiento del caudillismo de Correa y el inicio de una disputa
del electorado, que simpatizaba con el prófugo, por sus otrora cercanos
colaboradores.
En la tendencia neoliberal hay más dispersión. Daniel
Noboa es la carta más fuerte de esta tendencia, pero las disputas abiertas con
los socialcristianos que candidatizaron a Henry Kronfle y sobre todo la
reaparición de Jan Topic podrían traumar el interés de reelegirse al hijo del
magnate bananero.
Más allá de los pronunciamientos unitarios en la
izquierda, hay tres binomios que aún no confluyen en una sola opción. Las
posibilidades de lograr un espacio en la segunda vuelta electoral dependen de su
voluntad política común que permita rebasar los electorados individuales detrás
de las candidaturas de Pedro Granja, Jorge Escala y Leonidas Iza.
En estas tres tendencias confluyen los presidenciables.
Hablar de favoritos es descabellado, la elección está abierta, la polarización
acordada entre el correísmo y el oficialismo no cuaja, es muy alta la
indefinición de los empadronados y podría mantenerse hasta las postrimerías
mismas de votar en las urnas.
La atención se trasladará a las posibles alianzas. Son
necesarias, deberían obedecer a coincidencias ideológica-políticas, a lo
programático, y estar distantes del pragmatismo electoral oportunista y los
cálculos de conveniencia que tanto daño le hicieron al país.
La carrera presidencial empezó. Elegir bien marcará la
diferencia entre el cambio o la inercia hacia la barbarie.