LEONARDO RIVADENEIRA
Una ciudad
como Guayaquil que sobrepasa los dos millones y medio de habitantes que ha
crecido en muchos aspectos, lamentablemente ha decrecido en lo cultural, no
porque esos seres creativos: escritores, poetas, pintores, escultores, músicos,
cineastas, y más hayan paralizado su producción artística sino porque las instituciones
en este caso los museos que deben apoyar la difusión de esa importante producción
adolece de verdaderos profesionales con conocimientos y sensibilidad suficiente
para encaminar los museos no solo a estratos que vayan relacionados con la
creatividad de nuestros artistas, sino que cumplan su función.
Una de esas
funciones es la investigación, en los últimos 20 años ¿qué ha investigado lo
que hoy es la red de museos del Ministerio de Patrimonio y Cultura en
Guayaquil? La misma pregunta podemos hacernos sobre el Museo Municipal.
Cuando
hablamos de investigación, es analizar el patrimonio, la creatividad, la
relación con la sociedad. Cuántos libros o publicaciones hay al respecto. Una
alcaldesa en el pasado en una actitud sin precedentes suprimió la impresión de
libros en esa institución negándose a la difusión cultural en Guayaquil.
Vía Internet
a algunas ministras de cultura le he comunicado la importancia de que se
realicen actividades artísticas por lo menos dos veces al mes en escuelas y colegios
como una manera intrínseca de que la cultura ingrese a los estudiantes, ¿no sé
si habrá convenio al respecto? ¿ponerse de acuerdo como política de estado dos ministerios
el de cultura y educación es tan difícil?
Descuido y
tarde es para los estudiantes que recién terminada la secundaria se interesen
por el arte, eso se inicia desde la infancia. Todos los ministros se hacen los sordos
a esta realidad.
Sería inútil
mencionar a los personajes que han pasado por estos dos tipos de museos, la
mayoría se jacta de sus atributos, muestran una soberbia y petulancia que se opone
a lo que regularmente se llama cultura, la realidad es esta ineficiencia,
museos sin funcionarios con verdaderos conocimientos lo que hace difícil
presionar para que no sigan como bodega de colecciones antropológicas y de
arte. Por desconocimiento caen en la idea de que solo ciertos artistas deben presentar
sus cualidades en los museos.
La
Universidad de las Artes de Guayaquil después
de 10 años no ha presentado un informe de cuántos estudiantes han desertado de
esta institución ante la poca oportunidad de los mismos para salir adelante, además
en el aspecto de profesionalizar al personal de museos ha ido lento para unificar
y corregir esas falencias a través de asesorías pertinentes, da la impresión
que en todas estas instituciones con presupuestos públicos, lo único que han
deseado sus directores es apoltronarse en esos cargos para mejorar sus
condiciones de vida porque la de la sociedad guayaquileña en cuanto a difusión
de la cultura ha decrecido en una actitud que avergüenza.
Artista que
producen necesitan de los que no producen para presentar sus atributos
artísticos a la sociedad, eso es deprimente, vulgar, insano, negativo. Esta actitud
se mantiene por la poca protesta de los artistas a las autoridades pertinentes,
que podría desembocar a futuro en una afectación mayor a sus escuálidos ingresos, diluyéndose
la creatividad que beneficia a la sociedad, complementada con la deserción
estudiantil al palpar la triste realidad de que el arte no les va a solucionar
su economía en un mercado tan insignificante.