Ramiro Aguilar Torres
El presidente Daniel Noboa ha dado su primer informe a
la nación, cumpliendo con el mandato constitucional que tienen todos los
presidentes de acudir, el 24 de mayo de cada año, ante la Asamblea Nacional,
para decirle al país, por intermedio del parlamento, en qué estado se encuentra
el Ecuador.
El mensaje de Noboa es una formalidad, su gobierno no
ha durado ni siquiera un año; pero las formalidades se deben cumplir. Ahora,
bien, vale recordar por qué es Daniel Noboa y no Guillermo Lasso, quien debe
acudir a la Asamblea. Recordar las razones por las cuales el gobierno de Lasso
se vio interrumpido por la muerte cruzada y el anticipo de elecciones.
Los graves problemas que dejó el gobierno de Lasso
son: inseguridad; destrucción de la infraestructura nacional, vial, energética,
hospitalaria, educativa, etc.; desempleo; migración; pésima gestión pública
(con un Presupuesto General del Estado ejecutado cada año en un 60%), con el
consiguiente deterioro de la prestación de los servicios públicos; corrupción y
la cooptación transversal del narcotráfico en la política y las fuerzas de
seguridad.
Estos eran y son los problemas y el gobierno de Noboa,
que constitucionalmente solo debe durar el tiempo que le faltaba a Lasso para
terminar su período, debió informar al país qué ha hecho, en estos casi seis
meses, para enfrentarlos.
Para enfrentar el problema de la inseguridad, Noboa
declaró un conflicto armado interno, movilizó a las Fuerzas Armadas y sometió
varias reformas legales a consulta popular. Es lo hecho hasta ahora.
¿Resultados en estos seis meses? Lamentablemente, a pesar de la retórica del
gobierno de que va ganando la guerra contra el narco y de que ha entrado en una
segunda y definitiva fase hacia el triunfo, la realidad es otra. El sicariato,
las vacunas, el tráfico de drogas y en general la violencia delictiva que vive
el Ecuador, no ha disminuido. Es como si los militares y policías estuvieran
ganando la guerra en los noticieros; pero en las calles, los Grupos de
Delincuencia Organizada no se dan por enterados y siguen operando a sus anchas. Resumen: en seguridad, Noboa tiene cero.
En cuanto a vialidad, instalaciones hospitalarias y
educativas destruidas por años de desatención neoliberal a los activos del
Estado y que, como consecuencia del fenómeno del Niño, se han deteriorado mucho
más, el gobierno de Noboa no ha hecho nada por reconstruirlas. Su gobierno no
solo es moroso en la inversión pública y en transferir
a los Gobiernos Autónomos Descentralizados los recursos que por ley les
corresponde; sino que no ha hecho mayor cosa por reconstruir la red vial del
país. Resumen: en obra pública, Noboa tiene cero.
En cuanto a la generación de fuentes de trabajo, el
gobierno de Noboa no ha hecho absolutamente nada. Las cifras de empleo que bota
cada cierto tiempo el propio presidente y su ministra de Trabajo son
inverosímiles, falsas, absolutamente. Intentó precarizar el trabajo y fue
duramente derrotado en la Consulta Popular. Resumen: en generar empleo y
proteger los derechos de los trabajadores, Noboa tiene cero.
Sobra decir que las toneladas de droga siguen llegando
a mercados europeos en cajas de banano ecuatoriano, por lo que, en la lucha
contra el narcotráfico, Noboa también tiene cero.
La pregunta entonces es obvia. ¿Quién está bien en el
gobierno de Noboa?
La respuesta es cruel. Está bien él y sus negocios
familiares. Están súper bien los tenedores de bonos de la deuda pública interna
y externa, a quienes el Fondo Monetario Internacional ha librado
de todo mal, mediante préstamos y acuerdos que solo sirven para equilibrar las
cuentas fiscales y proteger la reserva internacional, pero que no sirven a la
gente. Están bien los narcos que abastecen el mercado de estupefacientes y
trafican por toneladas hacia Europa. Están bien los policías y militares a
quienes les han dado bonos para comer y contratos de compra de pertrechos de
seguridad que no se usan o se demoran eternidades en usar. Están bien sus
ministros que, a pesar de ser incompetentes, siguen en los cargos como si nada
pasara. Están bien los Estados Unidos que sigue haciendo de este pequeño país
tropical, el laboratorio de sus extravagancias políticas. Están bien los
periodistas y medios pagados con pauta oficial o con fondos de USAID. Para todos ellos, el gobierno de Noboa tiene
diez sobre diez.
Noboa se precia de hablar poco pero espeso. Tras sus
gafas oscuras de patrullero, dice y hace cualquier cosa sin temor de Dios. Una
de las cosas que ha hecho y que ningún presidente con un país en terapia
intensiva debía hacer, es mentirle al país en su informe a la nación. No le
importa, porque nadie le fiscaliza. Así ha llegado a la mitad de su período
presidencial y ha confirmado que su elección fue un
accidente de la democracia, un error del VAR, una mala broma de los dioses que
se han empecinado contra el Ecuador.
Lo terrible, es que la oposición legislativa no le
enrostre, con fuerza, las falsedades y mentiras de su informe.