PRESIDENTE DANIEL NOBOA AZÍN
Por el año
1990 le envié una carta al abogado Álvaro Noboa Pontón con criterios míos sobre
un medio de comunicación que él había fundado, como buen empresario y persona
educada, tuvo la amabilidad de encargarle a su secretaria que me recibiría en
una fecha determinada para tratar sobre temas importantes para ese medio de
comunicación. Me recibió en el penthouse o último piso del edificio que aún
queda en el malecón de Guayaquil, abajo queda el banco del Litoral de su
propiedad.
Fui a la
cita un tanto nervioso, subí el ascensor, en el corredor afuera del departamento
me esperaba un guardia de seguridad gigante afrodescendiente, que educadamente preguntó
por mi nombre a lo que yo contesté, me hizo pasar a una sala amplía decorada con
muebles modernos y obras de artes de reconocidos artistas ecuatorianos, lo que
me dio a entender de su cultura. Esperé un buen tiempo observando lo que parecía una pequeña piscina hasta que el salió y
empecé a tratar el tema que me competía
El abogado Álvaro
Noboa preguntaba una y otra cosa para ver si no me contradecía, se habló sobre
temas específicos de aquella revista que creo que todavía circula, ahora en
papel couché a todo color. Precisamente esa era una de las ideas, mejorar en
calidad y contenido una revista impresa que en aquella década utilizaba papel periódico
alisado, cuando la gente cultivaba el gusto por la lectura
Mientras el
abogado Noboa Pontón me inquiría sobre una serie de aspectos técnicos, lo
interrumpía un funcionario de confianza creo, para comunicarle sobre la bolsa
de valores de Londres, de New York y él ordenaba lo que debía hacerse de acuerdo
a las circunstancias. Hay que recalcar que todavía no se usaba el celular, seguramente
con esa tecnología lo hubieran estado llamando cada minuto y la entrevista
hubiera sido un fracaso
El diálogo
duró con interrupciones y todo alrededor de media hora o cuarenta minutos. A
veces aparecía en la sala uno de sus hijos, era el actual presidente Daniel
Noboa, un infante todavía, se iba y regresaba a ver lo que el papá hacía.
En ese
momento al ver a Daniel Noboa Azín, infante aún, habrá tenido unos tres o cuatro
años de edad, no se me ocurrió que después de unas décadas, él seria nuestro
presidente de la república, peor que gobernaría, en una etapa tan complicada de
nuestro país. Dónde el terrorismo es el pan de cada día.
Más vale me
imagine que el abogado Álvaro Noboa podría ser presidente del Ecuador porque
desde joven mostraba ese interés por los problemas de las clases sociales más
vulnerable, aunque algunos no lo crean
Probablemente
esto que estoy relatando, en el presente no se daría, por la tecnología, por la
forma de ser de los nuevos empresarios.
Recuerdo esa
conversación, al final me dijo, que regresará al siguiente día, cuando uno es
joven, ve de aquí a la esquina, justo esa tarde me llamaron para dirigir el
área de producción de un medio de comunicación nacional y no hubo otra conversación
con el abogado Noboa.
El recuerdo
que me quedó fue que la cultura y la educación de los empresarios mayores era
una virtud, hoy hay mucha gente con dinero, pero, sin respeto y educación con
sus semejantes.
Estuve en
la casa del infante Daniel Noboa Azín sin imaginarme que hoy como presidente debe utilizar su educación y talento para sacarnos adelante como país. En una época dónde gran parte
de la clase política muestra actitudes censurables.
Por: Leonardo Rivadeneira
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