LEONARDO RIVADENEIRA
Los últimos años
por decisiones políticas las autoridades ganadoras de elección popular se
posesionan el mes de mayo, el pueblo no sabe el porqué de estas decisiones, en
todo caso en nuestro país es rutinario complicar todo en vez de simplificarlo.
La realidad es
que recién en mayo se posesionan las autoridades seccionales triunfantes, en
este caso los burgomaestres Dennis Córdova, Francisco Tamariz y María del Carmen
Aquino de los cantones Salinas, La Libertad y Santa Elena respectivamente.
Ojalá no
escuchemos el lamento tradicional de que no hay dinero en las arcas municipales
y que por eso no habrá obras durante un determinado tiempo, así justifican el
año 2023, actitud que se contradice con el deseo desesperado que tenían por
alcanzar la dignidad de alcaldes.
Lo que deben
ofrecer los nuevos alcaldes son cambios sustanciales, porque todas las ciudades
tienen problemas y necesidades incumplidas, aunado a ello, los cargos de los
mandamases que estructuran el progreso del cantón no son puestos por méritos
sino por compadrazgos y amistades. Eso lo corroboraremos recién desde el mes de
mayo.
Pongamos
ejemplos: ¿hasta cuando se permite la explotación desmedida de la cantera del
cerro El Tablazo? Todos los anteriores burgomaestres han desistido de clausurar
esta cantera que contamina la ciudad, ni siquiera han medido el nivel de
polución, solo las amas de casas saben la cantidad de polvo emitido por la
cantera que tiene que barrer todos los días para mantener limpio su balcón
patio o acera, situación grave para los que sufren de las vías respiratoria.
Problemas de otra
índole tienen Salinas y La Libertad, esta última caotizada por la ambición
desmedida del actual alcalde Víctor Valdivieso.
Si se van a quejar
las autoridades electas deben pensar que no deben hacer lo mismo cuando termine
su periodo.
Una provincia con
todos los beneficios de la naturaleza se ahoga por la incapacidad de los
alcaldes en los últimos 30 años, con esa actitud ellos son responsables en gran
parte de la pobreza desmedida de los santaeleneneses que hasta ahora sigue eligiendo
por emotividad y no por el uso de la razón.