Esta semana el Consejo Internacional de la Minería y los Metales, ICMM, por sus siglas en inglés, publicó un documento que da cuenta de algo que nunca debió ocurrir: la muerte de 43 trabajadores mineros.
Así sea una sola muerte es algo inaceptable, dice el presidente y CEO del ICMM, Rohitesh Dhawan; y en un gesto que define a este joven hindú que fue testigo de los daños que provoca la minería cuando se hace mal, remarca que “las condiciones de trabajo seguras son un derecho humano fundamental en el corazón de toda empresa minera responsable”.
Los miembros del ICMM tienen un compromiso inquebrantable con la salud y la seguridad de trabajadores, y trabajan incesantemente para eliminar fatalidades y prevenir lesiones, afirma.
Sin embargo, a pesar de los cambios en el enfoque de la industria en asuntos operativos, a pesar de todo el esfuerzo realizado en casi todos los niveles de las empresas para internalizar en cada uno de los trabajadores la importancia de cuidar la salud y la vida, lo real es que se está todavía lejos de lograr el objetivo de cero fatalidades en la minería.
La meta está más lejana de lo que parece porque la cifra se refiere solamente a los accidentes mortales ocurridos en las empresas afiliadas al ICMM, es decir, en unas 30 empresas de la gran minería, algunas con presencia en Ecuador.
La publicación del ICMM debe ser una lección para las autoridades del sector y los ejecutivos de las empresas que operan en un país como Ecuador en los que un accidente se transforma en un número que se oculta todo lo que puede; en los que el Ministerio de Energía y Minas, el Ministerio de Trabajo y la Agencia de Regulación y Control, cada una a su tiempo, se desentiende del caso y el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social realiza investigaciones interminables que nunca encuentran un responsable.
ICMM es, al menos en esto, más íntegra. Hace unos años comenzó a recopilar y publicar los datos de accidentes, fatalidades y seguridad de sus empresas miembros con el objetivo de fomentar el intercambio de información y conocimientos, y catalizar el aprendizaje en toda la industria.
“Como industria permaneceremos profundamente incómodos hasta no lograr realmente el daño cero”, dice la publicación.
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