domingo, 11 de julio de 2021

Originalidad o experimento de Bienal Nómade en Guayaquil

19:00

  

LEONARDO RIVADENEIRA

Ha transcurrido más de un siglo desde que Marcel Duchamp presentó su urinario al público (1917), con ello se revolucionó el ámbito de hasta dónde puede llegar el arte moderno. Los Dadaístas entre ellos André Breton, Tristan Tzara en 1916 ya presentaban dos inquietudes, ¿Cuál es el papel de artista? y cuál es el prepósito del arte? interrogantes generadas para desafiar lo establecido, ¿qué era lo establecido? En aquellos años el Impresionismo, el futurismo, el abstraccionismo y más.

Un siglo después conscientemente ciertos artistas siguen en esa ruptura, en ese rechazo a lo establecido como arte y presentan sus ponencias, como algo nuevo, pero ya manoseado durante décadas.

No es improductivo lo que hacen, esa filosofía los induce a crear, basado en su realidad, entorno o por su largo espectro cognoscitivo, sin embargo, ese propósito en su obra que al final es comunicar, ¿tendrá el efecto que ellos esperan?, recordemos que a diferencia de la comunicación digital en el objetivo comunicacional plástico no hay feed back, es decir no hay respuesta inmediata.

En ese sentido puede que muchos artistas hasta caigan en plantear horrendas propuestas o instalaciones que posteriormente irán a la basura por la dimensión de las mismas.

Estos pensamientos salen a la luz por la visita que hice a la bienal Nómade en la red de museos del Ministerio de Cultura en Guayaquil, instalada con muchos criterios por parte de curadores y expositores, unos hablan de la gran efervescencia, del calor, de la humedad, de la temperatura de Guayaquil y lo que eso provoca en los artistas participantes. Sin embargo, a medida que se observan las obras: sean cuadros, videos, esculturas o instalaciones el tema de la ciudad se diluye, especialmente en las obras creadas por los extranjeros que poco conocen la identidad del guayaquileño y su cultura.

OBRA DE LARISSA MARANGONI

Es una bienal Nómade multidisciplinaria, cargada de conceptualismo, desde temas globales a locales, de ahí el poco tratamiento de la identidad y hábito del guayaquileño que de por sí es variado, es el caso del planteamiento de Jaén acentuado con su caligrafía y sus personajes eróticos sobre la realidad de la famosa calle 18 donde pulula el lumpen.

Hay obras que no deberían estar ahí porque no calzan en esos experimentos conceptuales. Como por ejemplo la obra de consagrados creadores: Hernán Zuñiga, Mariella García, Servio Zapata, Xavier Patiño entre otros que han elucubrado por otros rumbos desde antes.


Se adaptan a la idea conceptual de la bienal Nómade, el minimalismo de Larissa Marangoni, con un tema auténtico, los ramales del manglar que protege el medio ambiente concebido en hierro y madera. Lo mismo la obra de Paco Cuesta, bien ordenada y analizada, aunque dotada de mayor plasticidad es su cerámica titulada “Olla macho para caldo de Salchicha”.

OBRA DE SARA ROITMAN

Al observar a un empleado que limpiaba el piso en el MAAC alrededor de la valedera propuesta de los retazos de espejos de Sara Roitman instalados en el piso, me trae a la mente la observación que hacia una empleada encargada de la limpieza en una galería que le preguntaba todos los días a la directora, si es que esa caja de zapatos era basura u obra de arte. Hace poco adquirieron una banana pegada en una pared de galería en miles de dólares y más reciente aún, un creador vendió una escultura invisible en $15.000 entregando solo un certificado.


OBRA DE PACO CUESTA

Ante todas estas propuestas artísticas del pasado las presentadas en la bienal Nómade no sorprende, son experimentos de artistas que están elucubrando en los temas que le apetece, muchas obras de las presentadas pueden considerarse aburridas y desprovistas de originalidad, lo único que la respalda es el concepto del artista, tomando en cuenta, que, en la actualidad, el buen dibujo, la perspectiva, la luz y sombra no son básicas a la hora de presentar una obra.

Al final persiste una gran cantidad de escritos de expertos y curadores para justificar sus obras, que poco atraen al gran público, es una bienal para que disciernan los estudiantes de arte, y los especialistas, muchas obras e instalaciones después de la misión itinerante serán arrumadas por el gran espacio que necesitan para ser observados. En todo caso esta presentación que durará 3 meses, ojalá sirva de ejemplo para las nuevas generaciones de creadores que muchas veces sin pintar una mancha pueden presentar una instalación atrevida.

 

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