Fue precisamente en
la administración de Velasco Ibarra de 1944 que se creó La Casa de la Cultura con
sus respectivos núcleos para difundir lo que es arte y cultura.
Hoy Ecuador sobrepasa los 17 millones de habitantes casi
cuatro veces lo que éramos en 1960, sin embargo, no se ha incrementado en ese
porcentaje el aporte del estado a esta vertiente cultural, se observa detrimento,
aunque desde el 15 de enero del 2007 existe un Ministerio de Cultura con pocos
logros.
Guayaquil ha sido cuna de la cultura como otras pocas
ciudades del país, por ahora limitándome a los ultimos 60 años, ya existía el “Salón
de Julio” de la municipalidad de la ciudad y el de “Octubre” de la Casa de la
Cultura núcleo del Guayas, con una población que rebasaba el medio millón de
habitantes.
En estas 6 décadas aparecieron otras instituciones que
desinteresadamente se preocuparon por difundir las artes visuales, recordemos
la Alianza Francesa que llegó a premiar con una beca en París para un artista
local, El Centro Ecuatoriano Norteamericano apoyando con exposiciones, lo mismo
la Sociedad Española de Beneficencia. En 1983 el Salón Vicente Rocafuerte para jóvenes
artistas menores de 30 años auspiciado por la prefectura del Guayas y
mentalizado por el fallecido historiador Juan Castro y Velásquez, desde luego el
esfuerzo que de los propios artistas al fundar la Asociación Cultural Las Peñas.
Posteriormente el Museo Noboa Naranjo aportando con salones-concursos cada dos
años, entre otros eventos que interesaban al público común y especializado.
Es lamentable que después de 60 años, muchos salones de
auspicio privado desaparecieron, el festival de las artes de la municipalidad
de Guayaquil fue perdiendo trascendencia, lo más destacado por sus participantes
fueron el año 2000 y 2001.
La pandemia desnuda el poco aporte que se hace a la cultura
donde un Ministerio como el de Cultura y Patrimonio no puede con la cultura, peor con el patrimonio, ni orgánicamente, tampoco financieramente.
Es preocupante lo del Ministerio de Cultura y Patrimonio, se
convirtió en un ente de burócratas dorados que a pesar de poseer una red de
museos como el MAAC poco aporta a la difusión de nuestra identidad, guarda por
ejemplo la reserva de los artistas plásticos en una bodega para que no lo
conozcan las nuevas generaciones en una actitud retro, oscurantista, vergonzosa
como lo hacían en la edad media.
La mayoría de los museos del mundo se han abierto a través de
Internet y las redes sociales para que el público en época de pandemia conozca sus
tesoros, el MAAC los esconde inexplicablemente. No hay un verdadero estudio de
los artistas contemporáneos, apenas un ensayo importante de “Umbrales”
interpretado por Guadalupe Alvarez. Parece que con la pandemia a lo único que
se han dedicados sus funcionarios es a llenar formularios para justificar su
ineficacia y cobrar sus sueldos.
No es posible que el Ministerio de Cultura a pretexto de
servir a un país gaste 85% de su presupuesto en gastos administrativos, ahí
está la respuesta a su ineficacia.
La ciudadanía espera que con el cambio de gobierno estos
personajes que atentan a la difusión de la Cultura renuncien a sus cargos
porque no han podido lograr el cambio ansiado para una ciudad que se acerca
los 3.000.000 de habitantes
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