Muchos cubanos, venezolanos, ecuatorianos y más pueblos
liderados por políticos de dudosa capacidad que antes eran estigmatizados como
comunistas, hoy se inventaron que son socialistas del siglo XXI para estar
remozados, para que los ciudadanos crean que son los nuevos líderes que salvarán al fin al
pueblo empobrecido.
Los anteriormente mencionados ex presidentes en Latinoamérica
tienen algo en común: hablar horas y horas, semana a semana sobre la pobreza,
sobre la falta de educación, sobre los ricos, la injusticia, hasta del medio
ambiente y el efecto climático, pero no dan solución a esos problemas, sino que lo
mantienen porque esa revolución de palabras es para someterlos, engañarlos y
aprovechar para quedarse años en el poder.
Así hablan de la educación, que no ha cambiado, a pesar de
las tecnologías de la comunicación e Información (TIC), expresan apoyo a la
agricultura para engañar los campesinos, tampoco han recibido crédito masivo,
todos esos proyectos son para la foto, el agricultor sigue empobrecido.
Hablan de la dignidad, de la esperanza, de la independencia,
del colonialismo, del neoliberalismo y todo lo que impacte en la mente del
pobre, del no ilustrado, que por sus escasos méritos no ha podido progresar,
ahí le dicen que no hay justicia social, el pueblo feliz de escuchar eso, una
felicidad efímera.
Trasmiten al pueblo
su realidad y ellos como líderes le prometen que al fin lo van a ayudar, nada
ha ocurrido en gran porcentaje, la pobreza se mantiene.
El mérito en el caso de Rafael Correa es haberlo dicho
constantemente durante 10 años, en más de 500 largas sabatinas, seguramente
tiene el récord del presidente ecuatoriano que más discursos ha expresado, versión
que Fidel y Chávez ya la mantenían.
Esos discursos eternos de Correa, rindieron fruto, con cierto
morbo, el pobre escuchaba todos los sábados la realidad que pintaba el ex
presidente, sin embargo, esa imagen de progreso que él relataba, escondía los
grandes robos que han condenado precisamente a esos revolucionarios que
supuestamente ayudaban a cumplir sus preceptos de ayudar al pobre.
14 años después sigue
teniendo un voto duro a su favor, porque ese ciudadano educado o no, está entontecido
con sus discursos, a tal punto que no les importa que hayan sido condenados por
robar el dinero del pueblo, hasta lo creen inocente.
Es lamentable, de que a pesar de la bonanza económica que tuvo el país, los datos del INEC muestre a un país pobre y
desempleado, una vez más.
Hoy vivimos una realidad de pobreza extrema, ahondada por la
pandemia y la corrupción a todo nivel, debido a ello los candidatos
presidenciales finalistas seguirán ofreciendo aparentemente de todo para captar
el voto.
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