A diferencia de otras grandes ciudades ecuatorianas, Santa
Elena no fue fundada, seguramente su escasa población o la estrategia española
de ese entonces, no vio la necesidad de hacerlo, por eso el 22 de enero de 1839
celebramos la cantonización, otorgada por un hijo también de Santa Elena,
aunque su acta de nacimiento sea de Guayaquil, ese patriota con grandes
atributos intelectuales fue Don Vicente Rocafuerte.
Desde esa fecha hasta el presente han transcurrido 179 años,
que son bastante, lo enriquecedor es que devenimos de antes, desde los
asentamientos de las Culturas Las Vegas y Valdivia, convirtiéndonos en la
civilización más antigua del país, es decir Santa Elena es milenaria, que gran
orgullo para propios y extraños.
Con gran recorrido histórico, los peninsulares aportaron a
la Independencia de Guayaquil, como tal formaron parte de la primera
constituyente de 1820, con 2 representantes por Chongón, 1 por Colonche, 1 por
Chanduy y 1 por la Punta (lo que es actualmente Santa Elena).
A inicios de la segunda década del siglo veinte, ya se
explotaba el petróleo, aunque en forma incipiente, los pueblos de Manglaralto
eran noticia por sus surtidas despensas que incluía productos importados desde
licores hasta novedades, la ganadería y la agricultura daban su aporte al
entorno santaelenense.
Luego vendrían días oscuros para el cantón Santa Elena por
el descuido, la explotación y tala de árboles desordenadamente, más la
afectación climática que restó a la economía en general.
Hoy estamos terminando la segunda década del siglo XXI, la tecnología
en todos los ámbitos ha incidido en la costumbre y hábitos del peninsular, no
hay sitio por más recóndito que sea donde una habitante no tenga un móvil para
comunicarse.
Sin embargo, a pesar de esa facilidad para la comunicación,
el santaelenense se encuentra en una encrucijada, porque sus hijos y representantes
de los entes seccionales poco han logrado en el intento de cambiar este terruño
extenso de 3.680 Km2
Está bien festejar la cantonización y su fecha 22 de enero
de 1839, esa fecha debe hacernos recapacitar, para enrumbarnos a otros
estratos, que nos saque de esta pobreza económica, donde muchas veces sus
habitantes por temor han cedido sus derechos a tierras, en complicidad con una
serie de autoridades de todo tipo.
Estamos a 21 años de celebrar el bicentenario de
cantonización, mucho peninsulares hasta esa época habremos desaparecido, sin
embargo, es necesario, planificar, un cambio sustancial en nuestro entorno para
que nuestros hijos y nietos tangan mejores posibilidades de vida. en ese sentido los maestros deben tener más libertad para inquietar las mentes de los niños, para que desde tiernos sepan que la pobreza va relacionada con la falta de educación.
Sin mencionarlos, está claro que la mayoría de los santaelenenses
que han pasado por los entes seccionales no han hecho mucho por la ciudad, pero, si por ellos.
Sería catastrófico pensar que esos mismos hijos de Santa
Elena sigan rigiendo los destinos de este cantón. Tuvieron su oportunidad, no pudieron lograr un cambio, por
falta de preparación, otros por deshonestos y faltos de visión.
Lo conveniente
para los ciudadanos es que piensen en nuevos líderes con capacidad y con una misión
de cambiar la ciudad, siendo impolutos, de lo contrario, seguiremos celebrando el
día 22, pero al siguiente día, después del baile, y la “tomadera”, volveremos a la
realidad lacerante, una ciudad con todos los males de siempre y un desempleo alarmante.
Si amamos Santa Elena hagámos un esfuerzo para cambiarla, el principal argumento desterrar a los deshonestos que nos han engañado.¡Viva
Santa Elena!