La sociedad moderna cambia con una velocidad sorprendente,
tanto por la invención de las Tecnologías de la Información y la Comunicación
como por los hábitos de consumo, que ha provocado otras tendencias en el
hombre, una de ellas el amor a las cosas materiales, la publicidad está
influyendo para que el ser humano se haga adicto a cosas materiales en exceso,
cuántos de ustedes estimados lectores habrán visto aquel programa de cable que analiza a personas porque se convierten en
acumuladores excesivos, así un hogar normal
alcanza la categoría de basurero.
Esta mentalidad obsesiva por poseer cosas se facilita cuando
el dinero sobra, bien por los que ganan su dinero con el trabajo honrado, mal cuando
adquieren bienes con dineros impropios. Esta forma de incrementar patrimonio es
aberrante, deshonesta, ilícita, sin embargo, los que la practican no lo creen
así.
Así pueblos enteros en el mundo y porque no en la provincia de
Santa Elena ven como estas nuevas realidades impúdicas se van esparciendo
aceleradamente.
No solo es notorio el enriquecimiento ilícito en
narcotraficantes y contrabandistas, ahora la sociedad peninsular cambió y
nuevos ricos bipolares dedicados a la administración de la cosa pública
aparecen sorpresivamente tratando de hacer creer a la comunidad peninsular que
han sido unos adictos al trabajo, laborando tanto para la administración
pública como para la empresa privada en una provincia que precisamente mantiene
un bajo nivel de productividad comercial y lo que es más no declaran esa
productividad al SRI, que por otro lado nada informa
La comunidad pobre peninsular sabe que esto ocurre, pero se
atemoriza de acusar porque no cree en las instituciones, porque ahora el pueblo
se desayuna que la fiscalía no puede hacer nada si Contraloría no da luz verde.
Así ciertos funcionarios de Contraloría ajustados a la ley se
convierten en cómplice y encubridores de una serie de políticos sabidos,
corruptos, deshonestos que salen adelante de irregularidades comprobadas con
informes de difícil credibilidad, aupados en una ley que los protege
Ante ello el pueblo nativo peninsular tiene temor de
protestar, este columnista recibe constantemente quejas, pedidos de que se
acabe las irregularidades en comunas, juntas parroquiales, municipios y más, ellos
no quieren iniciar nada, a pesar de lo que ven porque temen que sus denuncias
sean tergiversadas, convirtiéndose el honrado en demandado.
Ya se observa en la provincia de Santa Elena a ciertos
personajes tratando de hacerse de las presidencias comunales con el fin de facilitar
su trabajo para captar las próximas elecciones seccionales, el pueblo en esos
sectores se da cuenta de dichas maniobras y no está de acuerdo.
Aunque agobiados y angustiados están, el mensaje para ellos
en esta Navidad es que no pierdan la fe ya que la tendencia en la actualidad es
defenestrar a los mismos de siempre, para lograrlo deben rechazar, a los que le
ofrecen dádivas, nadie regala algo por nada, peor cuando viene de muchos políticos
como los actuales.