Es lamentable lo que le pasa al
pueblo ecuatoriano, en un año donde las ventas han bajado en todos los ámbitos,
tanto al gran, mediano y pequeño empresario, ahora, sin medir las consecuencias
actuales de todo el sector productivo privado, con el argumento de ayudar a
nuestros hermanos Manabitas y Esmeraldeños nos vemos en la obligatoriedad de
aportar al gobierno.
Nos preguntamos cómo van a pagar estas
cantidades los negocios pequeños, cuando hay meses que ni se factura, y lo que
quedó de utilidad se lo ha gastado en estos 6 meses críticos.
Sin embargo, ahora pagas porque
pagas. Es lamentable que se tomen medidas a favor de cierto sector afectado,
afectando a otros pequeños empresarios que dejarán de producir, todo se toma a
la ligera.
Medidas anti socialistas de un
gobierno que habla del socialismo del siglo XXI, da pena observar como la
productividad declina ante tantos impuestos. Pequeños empresarios que
aparentemente tuvieron utilidad de 18.000 dólares durante el año, que no es verdad, porque de ahí hay que restar
el pago de casa, luz , educación , alimentación, salud, entonces los 18.000
dólares se quedarían en 2000 dólares de utilidad pura, de esa utilidad pura
deberíamos pagar el impuesto solidario, cosa que no ocurre, ahora tienen que cancelar 540 dólares de contribución solidaria, pero
resulta que este año están a perdidas los empresario pequeños, habrá que sacar ese dinero para el gobierno seguramente
prestando y empobreciéndonos, parece un
abuso desmedido ese decreto.
Ahora entendemos porqué algunos
asambleístas, se negaron a aportar su contribución, ya sabían que se les venía el batatazo del 3% de sus utilidades del año pasado, mucho de ellos
padres de familia con gastos en educación, salud, y sin dinero para afrontar
eso pagos fuertes.
Acá en la provincia de Santa
Elena, esto repercute ostensiblemente, los pequeños empresarios no saben que
inventarse para tener liquidez. Es decir se empobrece a unos dizque para
solucionar la pobreza de otros
Así esta nuestra provincia de Santa
Elena y el país, con la esperanza de un cambio verdadero, no de palabra.