A ese pensar han llegado algunos ciudadanos, realidad que preocupa a una sociedad peninsular, donde la mayoría tiene otro criterio, piensa que las autoridades de elección popular que administran fondos públicos deben ser impolutos, cristalinos, diáfanos con esos dineros.
Los medios de comunicación no son empresas detectivescas, para eso existen según la constitución instituciones competentes, sin embargo, debido a la inmoralidad de ciertos gobernantes locales, periodistas acuciosos y con sentido común, dan a conocer las irregularidades de los administradores de turno, el pueblo oye, observa y lee, luego piensa ¿porqué ningún gobernante ha sido condenado?. Pues, los gobernantes comprometidos contratan habilidosos abogados y los juicios se dilatan tanto que terminan en el olvido.
Ningún gobernante en caso que se beneficiase de algún fondo, firma acta de recepción. Pero salta a la vista obras mal hechas, con pésimos acabados, vías que se destruyan al poco tiempo. En un maremágnum de ítems se incluye sobreprecio de ciertos costos y así resulta difícil investigar cientos y cientos de obras que deben beneficiar a la sociedad peninsular y no al administrador de turno.
Ese accionar inmoral de ciertos gobernantes contribuye vergonzosamente a una degradación de la sociedad, que va alcanzando niveles que aterrorizan.
Es tiempo que jóvenes o no jóvenes con otra mentalidad remplacen a muchos de los actuales elegidos. Será difícil lograrlo, hay que implantar nuevas ideas, con el objetivo común que progrese el habitante de la provincia de Santa Elena, ahora que estadísticamente aparece como la provincia menos productiva, pero, no culpa de sus ciudadanos, si no por ciertos administradores políticos inmorales, que no han mostrado capacidad para salir del atolladero.
Follow @laprimeraec