Esa sensación de ahogo, fatiga y presión en el pecho son molestas para cualquiera, en especial para los niños que padecen de asma. Son los menores de 12 años, en especial entre 3 y 5, los más afectados. Y es que según estadísticas el 80 por ciento de los adultos asmáticos desarrollaron la enfermedad antes de los 5 años.
En algunos casos, el asma desaparece en el transcurso de la vida del paciente, pero podría reaparecer en la tercera década o durante un embarazo. La causa de esto es aún desconocida.
Aunque este mal no tiene cura, sí hay ciertas medidas para controlarlo y evitar una crisis de asma.
Un buen diagnóstico
Cualquier médico puede reconocer los síntomas de asma; sin embargo, no todos pueden darle seguimiento a los pacientes. El especialista puede ser un neumólogo o alergólogo.
Uno de los desencadenantes más importantes es el ambiente. Puede ser el humo del cigarro, los cambios de temperatura, olores de sustancias químicas, ácaros, polvo, pólens, virus o alimentos (como mariscos, frutas secas o chocolate). Para corroborar esto último, al paciente se le practican pruebas de sangre o piel.
Las alergias (como rinitis) también son desencadenantes, ya que el 80 por ciento de los asmáticos son alérgicos.
En los niños menores de 5 años hay que ser cuidadoso con los resfriados, pues según el 85 por ciento de catarros en ellos terminan en ataques de asma.
Crisis
Las medidas a tomar dependen del grado del asma. Pueden ir desde utilizar un broncodilatador hasta la necesidad inmediata de hospitalización.
Si no se actúa correctamente, el paciente corre el riesgo de, incluso, morir por un paro respiratorio. Aunque no es común
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