Es indudable que los políticos nuestros hacen esfuerzos por
enterarse de cómo está la preferencia electoral por tal o cual candidato.
Inclusive, a pesar, que las encuestas arrojen algún resultado halagador no
deben confiarse porque el ciudadano actúa a veces inconscientemente a la hora
de designar su voto.
Sin embargo, los políticos han venido utilizando todas las argucias
que le permitan ingresar al corazón de ese pueblo que quiere que lo premie con
su designación a la hora de las elecciones sean para la dignidad de prefectos,
alcaldías, y juntas parroquiales.
Se iniciaron con la entrega de camisetas, gorras, fundas de
víveres, ahora encontraron una manera más divertida de convencerlos a través de
las tablas de bingo con premios que mejoren las limitaciones del hogar, en ese
largo proceso, se promociona el líder de turno, sin comprender algunos
ciudadanos que ese regalo es el fin de su esperanza de cambio.
Se aprovechan en secreto los políticos de una realidad que
es lamentable, pues datos del INEC arrojan que el promedio de años aprobados en
instituciones de educación formal, para las personas mayores de 24 años, apenas
sobrepasa el noveno grado. Es decir, un pueblo adulto que por diversas
circunstancias no continuó con la educación formal se ve propenso al engaño,
eso ha estado ocurriendo hasta ahora.
A esa realidad le añadimos el desempleo que alcanza el 3.2%,
el subempleo 27.6%, empleo no remunerado 5.8 %, y otro empleo no pleno 23% que
da la escalofriante cifra de 59,6% de un semiempleo mal dirigido.
En otras palabras, una provincia como Santa Elena que
actualmente alcanza la cifra de 372.000 habitantes, apenas 60.000 habitantes
tienen un empleo adecuado, el resto se las arregla como puede.
A pocos políticos les interesa esta realidad porque ellos
están en otra categoría, sino la estuvieran de dónde sacan dinero para tantas
dádivas a la hora de hacer proselitismo.
Es hora de que el ciudadano reaccione, exija mejores
condiciones de vida, no coma cuento, que se deje abrazar, que reciba los
regalos, pero, que a la hora de sufragar lo haga por el que tiene la voluntad y
el conocimiento para cambiar esta triste realidad, ya que sin producir
estaremos subordinados a los mismos incapaces de siempre.
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