Repasemos un poco la historia, el 2007, dirigían la provincia
3 alcaldes: Patricio Cisneros por La Libertad, VInicio Yagual por Salinas, Dionicio
Gonzabay por el cantón Santa Elena y Anita Triviño como gobernadora que había
sido designada por el expresidente Rafael Correa.
Ese año era alegría, sueño, y esperanzas para los
peninsulares, muchos se ufanaban de la gran labor de los ciudadanos de a pie y el
orgullo cristalizado erizaba la piel, sensibilizaba a algunos hasta llegar a
las lágrimas, y vaya que era motivante la noticia, porque cualquier ciudadano
hace 10 años, se imaginaba que al fin llegaría el cambio, especialmente para
los más pobres.
Exitoso fue que Santa Elena se convirtiera en provincia, eso
no hay que dudar, no había otro camino para la transformación.
Sin embargo, pocos se imaginaban que los beneficios de la
provincialización, no llegaría a los más necesitados, a los artesanos,
albañiles, y obreros en general. En la zona rural los comuneros, también la
apoyaron, esperanzados por el bienestar de su familia que no llega.
Hoy febrero del 2018, se percibe la insatisfacción
ciudadana, más, aún, cuando el invierno vuelve a desnudar nuestras falencias
que en el verano pasa como media maquillada.
Este 2018, son reiteradas las protestas por falta de
obras de todo tipo: alcantarillado, agua potable, aseo de calles, asfaltado, vías,
contaminación ambiental y más.
Comuneros e integrantes de una junta parroquial se
sienten aislados, estos últimos en su desesperación piensan hacer un plantón en
la municipalidad de Santa Elena para que resuelvan sus falencias.
Es digno de rescatar esa protesta porque el pueblo peninsular
ha sido estigmatizado como estoico, es decir insensible a los que ocurra en su alrededor,
ahora parece que ha dicho basta de tantas promesas y pocas realidades.
En conclusión, 10 años después, casi las mismas
autoridades administran la provincia, inclusive apareció un alcalde con serias
limitaciones de conceptos éticos y morales que avergüenza a sus ciudadanos, y no es que solo ellos
sean responsables de este marasmo, también exgobernadores, que lo único que han
mostrado es capacidad para difundir sus fotos de los eventos a que acuden, y
nada más, tan incapaces fueron que ninguno pudo lograr que se construya una
gobernación digna para que los ciudadanos acudan a realizar sus trámites.
Los líderes actuales deben palpar ese sentir, para que
corrijan sus visiones y prácticas de administrar, esos proyectos pueblerinos de
apoyo, no está rescatando al ser humano peninsular, que muestra su descontento.
El cegarse a esta problemática lacerante de los
peninsulares, así, como confiar en su prestigio solamente y en lo que pueda
generar un campeonato relámpago de fútbol, un bingo, o los premios que otorga,
que significan pan para hoy y hambre para mañana, esa forma de planificar
eventos con réditos políticos les puede deparar sorpresas en las próximas
elecciones del 2019.