No son definitivas las estrategias de los movimientos y
partidos políticos que participarán en la contienda electoral de febrero del
2017, los estrategas irán mutando sus ideas con el devenir de los días y con
las novísimas noticias y falencias que generen los candidatos que aparentemente
lideran las encuestas.
Los estrategas no inventan las campañas electorales a su
antojo lo hacen basados en la realidad.
Esa realidad es la situación actual de la gran masa como la
describía Ortega y Gasset, esa muchedumbre desesperada, que busca por todos los
medios llevar el alimento diario a su familia, que es parte del informalísmo
productivo, para ellos no hay feriados positivos, más vale le preocupa porque
no hay ingresos, esos afectados y sus familias son miles y miles.
Los estrategas analizan la cantidad de leyes, reglamentos e
impuestos que ha impulsado este gobierno para mejorar la economía estatal a
costa del sacrificio privado.
También analizan los estrategas que probablemente más
impuesto se seguirán emitiendo porque ni los que están alcanza para mantener un
estado obeso. Las estadísticas gubernamentales han perdido credibilidad en la
gran masa.
Esa gran masa observa como en la crisis el aparato
gubernamental sigue mostrando derroche, una de ellas la cantidad excesiva de
publicidad, sin contar que los mismos admiradores del gobierno están enquistados
en probablemente todas las redes sociales del país y externas para contradecir
a los críticos del gobierno.
En actitudes no éticas con el objeto de impresionar subliminalmente al
electorado se pretende adoctrinar a la gran masa haciéndoles creer que Ecuador
nació recién hace diez años.
Sin embargo, los estrategas del gobierno y de la oposición
sacarán sus conclusiones para subliminalmente captar el voto de esa gran masa,
que poco sabe de ideologías, y se confunde porque los mismos líderes políticos
cambian sus conceptos de un momento a otro.
El pueblo decidirá si vota por los políticos enriquecidos de la noche a la mañana, que emiten leyes que dejan la carga de su demanda por
enriquecimiento a la misma masa, por la poca efectividad de las instituciones
de control que consumen bastante presupuesto o se decide por nuevos personajes
que están a la caza de la presidencia, vicepresidencia, o la asamblea con la
ideología de un cambio que beneficie al pueblo que sigue viviendo con esa
esperanza utópica desde hace décadas.